La pluma de Maat- cuento propio

Consigna: Escribir un cuento, que incluya: 1 objeto con un jeroglífico, 1 perro negro, 1 objeto filoso, 1 enano, 1 reloj antiguo, 1 espejo roto y que el Narrador o Narradora sea interno, en 1° persona.
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La pluma de Maat

Faltan dos días para embarcarme en el viaje mas soñado de mi vida. También, faltan dos días para que se cumpla un año del día en que sentí un tremendo vació en lo mas profundo de mi ser. Podría entenderse entonces, que son momentos un tanto inestables para mi.

Al principio pensé que viajar en la fecha que se cumple el primer aniversario de la desaparición de mi mejor amigo Nicolás me haría sentir triste y temí no poder disfrutar del inicio de la aventura pero después pensé que me ayudaría a despejarme y lo vi con mejores ojos. 

Nico era mi compinche en absolutamente todo, ambos cursamos la primaria y secundaria juntos, y también la Licenciatura en Historia antigua y medieval. Hubo un momento de nuestra vida en el que nos obsesionamos tremendamente con leyendas y mitos celtas, egipcios y nórdicos que nos llevó a estudiar todo tipo de objetos y criaturas, hasta que llegó un punto que esto me absorbió y me sacó de mi foco en la vida real, por lo que decidí hacerme a un costado. Mi amigo no lo entendió por mucho que le expliqué que solo necesitaba un descanso, así que el siguió su camino solo. La última vez que hablamos sobre este tema, me contó que había indagado sobre una especie de dimensión o mundo paralelo en donde todos los relatos míticos y religiosos que habíamos estado estudiando por separado se unían y convivían entre si, pero que no había podido descifrar como llegar o donde comenzar.

Después de su misteriosa desaparición, decidí emprender un viaje que habíamos planificado hacer juntos, pero no pudimos. El recorrido empezaba en El Cairo, Egipto y terminaba en Dublin, Irlanda previo paso por Berlin, Oslo, Viena, Copenhague y Cardiff. La razón de visitar Egipto era meramente cronológica (la historia egipcia es la mas antigua). 
El día anterior a tomar el avión, ya con mis valijas listas, mientras chequeaba tener todo guardado en mi bolso de mano, noté que una camioneta dejaba un paquete en mi puerta. Con cierta sorpresa, pero pensando que sería un correo normal, salí y lo tomé rápidamente.

El contenido del paquete me dejó sin aire. Lo primero que saqué fue una pequeña carta bien plegada de un color amarillo antiguo, era un papiro. Lo abrí con cierta suspicacia y con solo leer la primer palabra se me heló la sangre: era la letra de Nico.

"Martín. Espero no darte un infarto escribiéndote. Lo encontré. Es Luxor. Una vez que llegues, usá mi reloj, las agujas te van a mostrar el camino.Cuando encuentres la pluma, te guiará hacia la entrada. Posdata: trae algo afilado, lo que sea. Nicolas".

Me tuve que sentar porque las piernas no dejaban de temblarme. Mi amigo estaba vivo, pero ¿donde estaba?, ¿que encontró?. Enseguida me acordé del otro objeto que había. Era el reloj antiguo de su abuelo, que había sido comprado en Egipto y ya era un articulo de colección por los años que tenía.
Enseguida me bajó toda la información a la cabeza. ¿Podría haber encontrado ese portal al mundo del que tanto investigamos?. No me quedaba mucha duda, hablaba de Luxor, por lo que era claro que se había ido a Egipto y nunca pudo regresar. Pero, ¿por que jamas me avisó nada?. Lo único que me pareció descabellado fue llevar algo afilado, pero no dudé en incluirlo en la valija de viaje.
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Ya pasaron dos días de aquella tarde en el que recibí el paquete. Me encuentro en El Cairo, Egipto luego de horas de vuelo interminables. Dejé las valijas rápidamente, tomé una ducha y me cambié de ropa para iniciar la búsqueda. Tenía claro que todo lo que había planificado hacer, quedaba descartado. Solo tenía que llegar a Luxor, ubicado a unos 600 kilómetros de la capital.
Afortunadamente, conseguí un lugar en un traslado que partía en pocos minutos. Seis horas después me encontraba en este viejo asentamiento, muy desorientado. Tenía conmigo una mochila con agua, un cuchillo de cocina y el viejo reloj que, de repente, comenzó a hacer ruidos extraños y enseguida noté que la aguja mayor comenzaba a moverse como una brújula apuntando hacia el norte. No tardé mucho en captar esta indicación, debía caminar hacia donde este objeto me indicara.

Luego de haber caminado casi un kilómetro y un poco más, la aguja me indicó la dirección hacia la entrada del Templo de Lúxor, dedicado al dios Amón. Así lo hice, y baje al segundo subsuelo sin captar la mirada de nadie. La pared, tenuemente pintada, estaba llena de jeroglíficos egipcios de todo tipo. No podía aguantar la emoción de estar viviendo esto. Detrás de unas estatuas en ruinas había un cofre dorado que, cuando el reloj tocó su superficie se abrió con un movimiento brusco. Dentro, se encontraba el objeto mitológico mas maravilloso y atrapante a mi parecer: la pluma de la diosa Maat, que tenia el poder de revelarle la verdad a quien la tuviera.
Al instante de haber agarrado la pluma, aún sin salir de mi asombro, una de las paredes de jeroglíficos comenzó a moverse como si hubiera un sismo y en un abrir y cerrar de ojos, un agujero destellante me succionó sin que pudiera haber hecho algo antes. De repente, cuando pude volver a mirar, estaba en un lugar muy diferente.
El lugar donde me encontraba era casi como un cuento de hadas, con grandes árboles, césped y todo tipo de criaturas de todas las ramas de la mitología que había estudiado tantos años. Quise pararme, pero no pude y tambalee. Al verme, yo también había cambiado. Mis dos piernas se transformaron en cuatro patas y estaba cubierto de un pelaje negro y grueso. Ahora, era un perro negro. Cuando estaba al borde de la desesperación, alguien grita mi nombre por detrás y pego un gran salto de miedo. Era la cara de Nico, pero él se había transformado en un muy gracioso gnomo de jardín con una estatura enana. 
Los momentos siguientes fueron muy emotivos y felices al haberme reencontrado con mi amigo, pero por sobretodo que este mundo era real. Lo único que conservé de mi aspecto humano era poder hablar.
Después de una recorrida profunda del lugar y de charlas con la mayoría de los habitantes, manifesté mis ganas de volver al mundo terrenal, no quería ser un perro y extrañaba mi vida normal. Nicolas, que llevaba mucho más tiempo ahí, claramente sentía lo mismo que yo y me explicó que la savia del árbol mas viejo de ese páramo nos transportaría denuevo. Por eso, necesitaba que yo viniera y además, trajera un objeto afilado. Nos despedimos de todos y acto seguido mi amigo gnomo hizo un pequeño corte en el tronco para impregnarnos su mano y mi pata con este "elixir". Otra vez, todo comenzó a moverse y entramos en un circulo que parecía infinito, donde no dejábamos de movernos y sacudirnos.
Finalmente, como por arte de magia, al abrir los ojos me encontré en el piso de mi baño, nuevamente humano y con vidrios alrededor. El espejo fue mi portal de regreso y al pasar, se partió en mil pedazos.



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