Primeros pasos de una mueblería
Esta es la historia de mi tío abuelo Miguel, oriundo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. A una edad muy temprana sus papás fallecieron y decidió irse a vivir junto a su hermana a la ciudad de Comodoro Rivadavia, Patagonia Argentina. Comenzó trabajando para la filial local de la empresa de maquinas y computadoras Olivetti para luego independizarse y abrir su propio local. Esto, según el fue un gran cambio porque tuvo que adaptarse a manejar un gran negocio sin saber nada de eso. Dejo acá, un poco de esa anécdota.
(Tuve que desgrabar el audio asi que lo paso escrito, ya que tampoco puedo introducirlo como video en el blog)
[00:00:00] Hola Juancho. Bueno, vamos a empezar la historia esta, que ya la tendríamos que haber terminado, pero todavía no la empezamos. Che, bueno, el tema es sencillo, fue cuando yo me hice independiente.
[00:00:14] Ahí se produjo para mí un terremoto porque tenía una forma de vida totalmente distinta mientras era laburante y trabajaba para otro y bueno, y después era una historia totalmente distinta.
[00:00:32] Pero antes, para que tengas idea porque era distinta, te voy a contar a grandes rasgos como fue el tema cuando yo trabajaba en Olivetti, que fue mi laburo anterior al haberme independizado.
[00:00:48] Bueno, tuve la suerte de laburar en una empresa espectacular y estábamos realmente muy bien, disfrutábamos mucho no sólo del laburo, sino que realmente teníamos un grupo humano importante, lindo. Nos juntábamos, organizábamos pesca, asado. Qué sé yo. En una oportunidad, teniendo tres feriados, nos fuimos al lago argentino, que el viaje de ida nos duró un día y el de vuelta un día también. Porque imagínate que te estoy hablando de hace 45 años atrás o un poquito más, pero más o menos eso. Todo era un desierto esto pero bueno todo era muy lindo. Y aparte, una de las cosas que hice trabajando en Olivetti fue viajar. Atendía a Trelew, Madryn, Esquel, Río Gallegos, Caleta Olivia, Pico Truncado y bueno, eso te imaginás que era muy lindo porque conocía mucha gente, muy buen trato en todos lados. La verdad es que fue una experiencia muy, pero muy positiva. Económicamente espectacular. En seis meses de trabajo me pude comprar un coche cero kilómetro, cosa que me parecía mentira. No? Porque económicamente, como te decía, estábamos espectacular. Era una empresa que socialmente también te apoyaba mucho. Era realmente una época muy linda. Entonces vivíamos muy bien, muy tranquilos, sin sobresaltos. No faltaban algunos viajes a Mar del Plata que me los hacían en el coche un fin de semana para volver un lunes.
[00:02:44] Cosas así. Así que bueno, por qué te cuento todo eso? Porque ahora te voy a contar la otra parte que tiene que ver con la independencia, digamos, laboral. Todo surge justamente en Olivetti, cuando a Carlos Oyarzún, un compañero, le ofrecen retirarse de la empresa. Olivetti tenía esa costumbre: cuando vos tenías un lapso de tiempo ya muy, muy extenso de años, aparte de tu edad, te recompensaban y te ofrecían siempre una muy buena plata y te ofrecían alguna agencia donde vos vendías los productos de ellos. Eso es lo que ocurrió. Carlos me vio, me vio a mí y me ofreció hacer una sociedad, cosa que yo le dije de un primer momento que yo realmente para participar económicamente no podía aportar nada porque no tenía nada, lo único que tenía era el coche. Pero bueno, dijo que estaba todo bien, que íbamos mitad y mitad, que yo ponía el laburo. Yo tenía esa característica, fui de laburo toda la vida, así que arrancamos de esa forma con Carlos, con un negocio.
[00:04:06] Buscamos un local porque le dieron algo de plata y nos dieron una financiación con un año de gracia y a pagar después en dos años, todas las máquinas que nos proveyeron. Así que bueno, buscamos local y después teníamos otro inconveniente: que teníamos las máquinas, pero no teníamos más nada. Así que nos faltaba algún otro producto como para poder comercializar. Entonces yo en toda esta campaña que había hecho viajando al interior, a Trelew, a Madryn, a Gallegos, conocí a los concesionarios y con el de Trelew, que se llamaba Pérez Luzes, tenía muy buena relación, así que me fui ahi. Hablé con él, ellos vendían Olivetti, eran concesionarios, pero aparte vendían amoblamientos de oficina. Entonces, la propuesta que le hice era de que ellos me proveyeran de muebles en un primer momento, dado que nosotros no lo podíamos comprar. Y que a medida que se iba vendiendo los íbamos pagando. Bueno, no tuvieron problemas porque eran otras épocas distintas a las de hoy. Y había mucha mayor flexibilidad y aparte la gente se manejaba de otra manera. Así que bueno, ya teníamos los muebles y ya teníamos las máquinas. Y ahí arrancamos. Pero. Claro, empezó a pasar el tiempo y nos hacían falta otros productos porque lo que teníamos no abarcaba lo que realmente necesitábamos ofrecer. Así que a entrar, a conectarse y para entrar a conectarse también entre las cosas que tuvimos que hacer, es abrir una cuenta en el banco. Y bueno, ahí empieza el tema. Imagínate que de tener el día 30 toda tu plata en una cuenta para manejarte, pasamos a hacer cheques y los cheques y los días se van echando chispas. Y los cheques llegaban y. No te imaginas.
[00:06:16] Yo llegaba la noche, viste? Y después de comer a la hora de irme a dormir era un martirio porque me costaba horrores y porque cuando me dormía un poco ya empezaba a soñar con el cheque que llegaba y que no tenía la plata y que bueno, no te imaginas.
[00:06:35] Y al otro día viste, llegaba un cheque, dos o lo que sea, y teníamos parte del dinero y parte no la teníamos, así que temprano a ver un amigo, a ver al otro, dejarle otro cheque para unos días, cubrir el que entraba. Hacer malabarismos, viste? Y así como eso, te imaginas que también te pasaba que tenías un cliente que te decía bueno, ese escritorio que mostrabas una foto o un folleto me interesa cual es el precio. Bueno, macanudo, yo necesito 5 escritorio de banqueta y no otro y arrancaba con un proveedor que no conocías. Te pedía o el total de la operación o te pedía la mitad y la mitad contra entrega. Y vos para poderlo vender. El tipo que estabas intentando vender por ahí no le podía sacar un peso. Así que te imaginas que tenías que hacer malabarismos.
[00:07:35] Tenías que ver cómo hacías para juntar la plata, a quien se la pedías o cuánto o qué otra cosa vendías y sacarla de ese lado y ponerla en el otro. Bueno, era desgastante, viste? Decir que yo tenía 25 años, tenía entonces toda esa cosa, es como que las llevaba adelante, pero las noches eran fatídicas, viste? La cosa más maravillosa era llegar al viernes a la tarde. Porque sábado y domingo no teníamos banco, estábamos felices, contentos. Ahora a mí me agarraba el domingo a las 6 de la tarde y ya se me retorcía el estómago pensando en el día lunes, viste?
[00:08:18] Así que te digo que fueron, calculo como un año. Un año recontra difícil el primero. Después viste como este país tiene esas cosas, con la inflación, con esto o lo otro, fuimos llevándola mucho más fácil. Y llega un momento en que la cosa cambió. Pero te aseguro que fue un año durísimo, durísimo. Y esa cosa a mí me quedó viste en el medio del cerebro, porque siempre digo no quiero volver a eso. Después he tenido momentos complicados, sin lugar a dudas, y tal vez tan complicados o más que ese, pero ya con una experiencia encima que no me afectó como aquel que fue el primero, sí. Así que bueno. Capaz que te parece una cosa media, media rara, no? Pero bueno.
[00:09:18] Yo te digo que pasé días complicados. Eso es lo que te quería contar. Después tenéis alguna otra cosa que no quiera consultar? Que te falte. Hay muchas otras cosas en el medio. Viste? Pero bueno, tendría que estar con vos, con un grabador, tomando mate y de a poco y contando de otras anécdotas, de esos momentos, de esos malabares.
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