El camino a Luisiana- cuento propio
Juan Cruz Scalzi
Consigna: escriba otro cuento en el que el viaje de Dan Baton Rouge se cuente en primer plano, mientras, en segundo plano, Dan recuerda episodios de la infancia o más cercanos.
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Dan estacionó el viejo auto en el jardín delantero de su casa y bajó en una calurosa noche de verano. Dentro, lo recibió el clásico desorden y suciedad. Al vivir solo y pasar su día entero en el taller mecánico apenas tiene tiempo para comer y dormir.
Al ingresar, esquivo las cajas que estorbaban la entrada, colgó su campera manchada de grasa y colocó agua a hervir en una olla para hacerse unos fideos instantáneos. Mientras esperaba, se acomodó en el sillón para ver el partido de los Lakers vs Miami Heat. Cuando su cena estuvo lista, abrió una lata de Coca Cola para terminar de ver el torneo de basquet.
De repente, Dan se despertó asustado por el grito de una desafortunada joven que corría mientras la perseguía un asesino enmascarado. Se había quedado dormido en el sillón y ya era la hora de las películas slasher del canal.
Todavía con algunos dolores musculares producto de la incomodidad, dejó el plato y los cubiertos sucios en la pileta de la cocina y se dirigió rumbo a su cuarto. Al entrar, se quitó la ropa del trabajo, se puso la vieja remera que usa al estilo piyama y se acostó en la cama deshecha y desordenada. Sin embargo, no pudo conciliar el sueño por mas que intentó y se acomodó muchas veces.
Esa noche, la nostalgia lo invadió. Por un momento recordó al enorme caimán del patio del padre de Cam, en el momento que lo liberaron. Se preguntó que será de aquella bestia, si estará viva, si recordara como cazar para sobrevivir, si recordara aquel hacinado patio de donde lo rescataron hacía tantos años atrás. Como si nada, le volvió a la mente el pequeño Bobby llorando de la desesperación al haber quedado solo tantas horas. Ese niño ya se convirtió en un maduro joven estudiante de leyes. Afortunadamente y a pesar de las influencias malas que pudo haber tenido de sus padres, Bobby estaba tomando un muy buen rumbo en la vida.
De repente y por sorpresa, dos cosas que parecían no tener nada que ver, caimán y un niño, se conectaron en la cabeza de Dan y este saltó de la cama en dirección al cajón donde guardaba, o creía recordar que guardaba, las viejas fotos familiares.
Luego de revolver por largos minutos entre miles de fotos y objetos de su vida, casi desconocida ahora, con su familia, Dan por fin encontró lo que buscaba. Tomó la imagen, bastante arrugada y doblada, y la contempló por unos instantes. Luego, recordó y hasta por un momento sintió lo mismo que la vez que capturó ese recuerdo. La foto mostraba a una tortuga de rotura de cocodrilo, animal increíble si los hay. Con un caparazón que asemeja espinas y un cuerpo y cara extraños, este reptil es característico de los pantanos de Luisiana y por sobretodo era uno de los animales favoritos de Jack, el hijo de Dan.
Dan había retratado a la tortuga saliendo de una laguna en algún lugar entre las ciudades de Livingston y Hammond, a unas 30 millas de Baton Rouge. Allí se mudaron Jack y Lynn luego del accidente que a Dan le costó prácticamente su vida como la conocía. Ese día hacía un calor infernal y tuvo que parar varias veces al costado del camino para chequear que el auto no se hubiera sobercalentado. Cam lo había convencido para que hiciera el viaje pero al principio Dan se negó argumentando que no tenía motivos para ir además de que no sería bien recibido. Quizás en esto ultimo tenia razón, pero internamente sabía que motivos tenía y muchos.
Dos horas antes de llegar a Baton Rouge paró en una estación de servicio para recargar combustible, ir al baño y recargar energías con un café y un sándwich tostado. La cafetería estaba muy vacía. Por un instante Dan recordó el momento el que vio a Lynn por primera vez. Daba la casualidad que el primer contacto visual lo hicieron en el buffet del colegio, a los 18 años. Ella era una joven hermosa, de cabello largo y castaño. Sus rasgos faciales eran únicos. Dan recordó también lo que le costó conquistarla, y el tiempo que le llevó conseguir que aceptara una cita con el. Lynn lo tildaba de distraído y desinteresado. Luego de varios años de estabilidad como pareja se lanzaron a buscar su primer, y único, hijo. Lynn perdió dos embarazos antes de que por fin Jack se encaminara definitivamente a sus vidas. A Dan se le escapó una lagrima al recordar el día que su hijo llego al mundo. Fueron horas de duro trabajo de parto. Jack nació con casi tres kilos y su piel era tan blanca que se traslucía con las sábana de la cama del hospital. La paternidad fue un gran desafío para Dan, incluso desde el momento en que Lynn se enteró que estaba embarazada los miedos e inseguridades comenzaron a aflorar. En parte, porque el no tuvo el mejor padre ni fue un ejemplo para seguir y tomar en cuenta.
Una vez que le dio el ultimo mordisco al tostado, volvió al auto para emprender el ultimo tramo de su viaje. Le dolía el estomago de los nervios. Dan se preguntaba con que se iría a encontrar. Siguió camino por la interestatal observando los primeros momentos de la puesta de sol. Una de las pocas señales de radio disponibles transmitía clásicos de Rhythm and Blues que le permitieron a Dan olvidarse un poco de los nervios mientras cantaba a gritos.
Al pasar la entrada de Baton Rouge, el cielo comenzaba a mostrar las primeras estrellas. Antes de dirigirse a la casa de Lynn, Dan recorrió un poco el centro y los alrededores para contrastar si realmente la ciudad era como se la imaginaba. Paró unos minutos en la plaza principal y contempló la fuente central rodeada de niños arrojando monedas aparentemente pidiendo deseos. Dan pensó en la inocencia de la infancia y todo le hacía recordar a su hijo. La escena del chico volando a través de la ventana es algo que jamas se irá de la cabeza.
La casa era muy vistosa. Lo primero que Dan notó fue que el jardín delantero estaba lleno de hortensias y rosas, las flores favoritas de Lynn. Tenían ademas un cachorro border collie que no dejaba de ladrar. Al escucharlo, ambos se asomaron por la ventana. Los nervios lo invadieron de nuevo y sintió puntadas en el estomago. Por un momento creyó que nadie abriría, pero se sorprendió. La puerta de madera se abrió lentamente y Jack asomó la cara.
—Hola, hijo — dijo Dan temeroso.
—Papá, ¿qué haces acá?— replicó.
—Lynn, ¿puedo pasar un momento?.
La mujer lo miró dudosa, pero finalmente abrió la puerta en señal de entrada. Cuando Dan se sentó en la mesa, sacó la fotografía de la tortuga caimán y se la enseñó a Jack. El chico miró a Dan con gran sorpresa y este sintió la emoción de su hijo instantáneamente. El hombre agradeció internamente y se dispuso a disfrutar su oportunidad.
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